El fundador del Movimiento de Schoenstatt nació en 1885 en Gymnich (Alemania) y falleció en Schönstatt en 1968. Todas las comunidades de la Familia de Schoenstatt reconocen en él un padre y un profeta, que se convirtió en instrumento predilecto del Señor.
“Bajo la protección de María, queremos aprender a educarnos a nosotros mismos para llegar a ser personalidades firmes, libres y sacerdotales”
Tras una infancia difícil, por las carencias afectivas y materiales, su madre Katharina Kentenich se vio obligada a dejarle en un orfanato y ese mismo día le consagra a la Virgen María el cuidado de su hijo, lo que dejará en el niño una profunda impronta y el reconocimiento de María como verdadera Madre y Educadora.
Dos años después a su ordenación sacerdotal es nombrado director espiritual de los jóvenes seminaristas del nuevo seminario menor de los Palotinos en Schönstatt-Vallendar. Dos días después ofrece a los jóvenes su primera conferencia, que se conoce como Acta de Prefundación de Schoenstatt.
Con ellos funda una Congregación Mariana, para lo que se les cede una pequeña y antigua capillita que fue posteriormente el primer Santuario. El 18 de Octubre de 1914, en pleno estallido de la Primera Guerra Mundial, el P. Kentenich convoca a los jóvenes a la capilla y les expresa su audaz pensamiento: pedirle a la Santísima Virgen que se establezca allí y, con su presencia maternal, transforme la capilla en un lugar de gracias y de peregrinación.
La Guerra proporciona a los jóvenes congregantes, que son llamados a filas, un medio para fomentar esa Alianza de Amor con María, como modo de luchar por su santidad, sabiamente dirigidos por el P. Kentenich. Son años de desafío, de desolación, pero el Padre fija los fundamentos del Movimiento de Schoenstatt
A medida que su figura y el propio Movimiento se va conociendo en Alemania, sacerdotes, pedagogos, intelectuales y gente sencilla concurren a Schönstatt, participan de retiros y se nutren de las enseñanzas del P. Kentenich.
En 1941 es detenido por la Gestapo y el 20 de enero de 1942, el P. Kentenich, pudiendo evitar, por su resentida salud, la decisión de ser confinado en un campo de concentración, decidió dejar todo en manos de la Divina Providencia para por la fecundidad de la Obra y Familia de Schoenstatt. Finalmente es conducido preso al campo de concentración de Dachau.
Años después del fin de la guerra inicia sus viajes apostólicos por Sudamérica, Sudáfrica y Estados Unidos. En 1949 llega la Visita Canónica Episcopal a las Hermanas de María en Schoenstatt, por el Obispo Auxiliar de Tréveris, quién realiza un informe positivo del Movimiento con algunas observaciones, relativas al rol del Fundador en la Familia y su influencia excesiva.
El P. Kentenich respondió ampliamente en una carta a los obispos alemanes y dicha respuesta trajo consigo, al cabo del tiempo, la Orden para que suspendiera su actividad en Schönstatt. Permaneció exiliado en Milwaukee. Allí vivió haciendo fecundo su apostolado entre las familias.
Catorce años después del inicio de su exilio, el Papa Pablo VI suprime todos los decretos que existían en su contra y es rehabilitado.
El domingo 15 de septiembre de 1968, después de celebrar la Santa Misa en la recién consagrada Iglesia del de la Santísima Trinidad de Schönstatt fallece en la sacristía, al detenerse su corazón repentinamente. Padre, educador y profeta, regresa así a la Casa del Padre. En la piedra de su sepultura, en el mismo lugar de su muerte, está escrito el epitafio que expresamente había pedido para esta hora: Dilexit Ecclesiam (Amó a la Iglesia).
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